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<title>Por qué el software debe ser libre - Proyecto GNU - Free Software Foundation </title>

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<h2>Por qué el software debe ser libre</h2>

<p>
por <a href="http://www.stallman.org/"><strong>Richard Stallman</strong></a></p>
<h3 id="introduction">Introducción</h3>
<p>
La existencia de software plantea inevitablemente la cuestión sobre qué
decisiones deberían tomarse respecto a su uso. Por ejemplo, supongamos que
una persona que tiene una copia de un programa se encuentra con otra a quien
le gustaría tener otra copia. Sabemos que es posible copiar el programa
pero, ¿quién debe decidir si esto se lleva a cabo?: ¿las personas
involucradas?, ¿o un tercero, llamado «propietario»?</p>
<p>
   Por lo general, los desarrolladores de software responden a estas preguntas
basándose en el criterio de maximizar los beneficios del programador. El
poder político del sector empresarial ha llevado al gobierno a adoptar el
mismo criterio y la respuesta que proponen los desarrolladores: que el
programa tiene un dueño, generalmente una empresa asociada a su desarrollo.</p>
<p>
   Me gustaría considerar esta cuestión adoptando un criterio diferente: la
prosperidad y la libertad del público en general.</p>
<p>
   La respuesta no puede provenir de la ley vigente, la ley debería ajustarse a
la ética, y no al revés. Tampoco la práctica actual resuelve esta cuestión,
aunque puede sugerir algunas respuestas posibles. La única manera de juzgar
es observar quién se beneficia y quién se perjudica si se reconoce que el
software tiene propietarios, por qué y en qué medida. En otras palabras,
deberíamos realizar un análisis del tipo costo-beneficio en nombre de la
sociedad como un todo, teniendo en cuenta tanto la libertad individual como
la producción de bienes materiales.</p>
<p>
   En este ensayo describiré los efectos provocados por el reconocimiento de
propietarios y mostraré que los resultados son perjudiciales. Mi conclusión
es que los programadores tenemos que animar a otros a compartir,
redistribuir, estudiar y mejorar el software que escribimos; en otras
palabras, escribir <a href="/philosophy/free-sw.html">software
«libre»</a>.<a href="#f1">(1)</a></p>

<h3 id="owner-justification">Cómo justifican su poder los propietarios</h3>
<p>
   Aquellos que se benefician del sistema actual, en el que los programas son
concebidos como objetos de propiedad, esgrimen dos argumentos en favor de su
derecho de ser propietarios de los programas: el argumento emocional y el
económico.</p>
<p>
   El argumento emocional es del tipo: «Pongo mi sudor, mi corazón, mi alma en
este programa. <em>Yo</em> lo hice, ¡es <em>mío</em>!»</p>
<p>
   Este argumento no resiste un análisis serio. El sentimiento de apego puede
ser cultivado por los programadores cuando les convenga, pero no es
inevitable. Considérese, por ejemplo, cuán deseosos firman y ceden sus
derechos sobre el programa a una gran empresa a cambio de un salario;
misteriosamente el apego emocional se desvanece. Por el contrario,
considérense a los grandes artistas y artesanos de la época medieval, que ni
siquiera firmaban sus trabajos. Para ellos, el nombre del artista no era
importante. Lo que importaba era que el trabajo se había hecho, y el
propósito al que servía. Esta visión prevaleció durante cientos de años.</p>
<p>
   El argumento económico es del tipo: «Quiero ser rico (normalmente expresado
de manera poco precisa como &ldquo;de algo tengo que vivir&rdquo;), y si no
dejas que me enriquezca programando, entonces no programaré. Todo el mundo
es como yo, de manera que nadie programará jamás. ¡Y te encontrarás con que
no tienes programas!&rdquo;. Esta amenaza suele venir disfrazada como un
amigable y sabio consejo.</p>
<p>
   Explicaré más tarde por qué esta amenaza es completamente absurda. En primer
lugar, me gustaría presentar una hipótesis implícita que está mucho más
presente en otra formulación del mismo argumento.</p>
<p>
   Esta formulación comienza comparando la utilidad social de un programa
privativo con la utilidad que se derivaría de no tenerlo, y entonces
concluye que el software privativo es en general beneficioso, y que debería
ser promovido. La falacia reside aquí en comparar solamente dos
posibilidades: software privativo versus ausencia de software, y suponer que
no existen otras posibilidades.</p>
<p>
   En un sistema en el que imperan los derechos de autor, el desarrollo de
software se encuentra generalmente vinculado a la existencia de un dueño que
controla su uso. Mientras exista este vínculo, nos enfrentamos continuamente
a la elección entre software privativo o nada. Sin embargo, este vínculo no
es inherente ni tampoco inevitable; es más bien consecuencia de una decisión
política social y legal específica que aquí estamos cuestionando: la
decisión de que el software tenga propietarios. Formular la elección entre
software privativo y ausencia de software es una petición de principio.</p>

<h3 id="against-having-owners">El argumento en contra de la propiedad del software</h3>
<p>
   La pregunta que se nos plantea es, «¿debería el software estar vinculado a
la existencia de dueños para, de esa manera, restringir su uso?»</p>
<p>
   Para resolver este problema, tenemos que evaluar el efecto en la sociedad de
cada una las dos opciones <em>independientemente</em> una de otra: el efecto
de desarrollar software (sin considerar los términos de distribución) y el
efecto de restringir su uso (suponiendo que el software ya haya sido
desarrollado). Si una de estas opciones es beneficiosa y la otra es
perjudicial, deberíamos deshacer el vínculo y utilizar solo aquella que
resulta beneficiosa.</p>
<p>
   En otras palabras, si restringir la distribución de un programa ya
desarrollado es perjudicial para la sociedad en su conjunto, un programador
con conciencia ética rechazará esta opción.</p>
<p>
   Para determinar el efecto de restringir el derecho de compartir, tenemos que
comparar los beneficios para la sociedad de un programa restringido (por
ejemplo, un programa privativo) con los que ofrece ese mismo programa pero
libre. Esto significa comparar dos mundos posibles.</p>
<p>
   Este análisis también tiene en cuenta un contraargumento usado en ciertas
ocasiones, el cual dice que «los beneficios que se proporcionan al prójimo
al darle una copia de un programa se cancelan por el perjuicio provocado al
propietario». Este contraargumento presupone que el perjuicio y el beneficio
son de igual magnitud. El análisis implica la comparación de ambas
magnitudes y demuestra que el beneficio es mucho mayor que el perjuicio.</p>
<p>
   Para clarificar este argumento, vamos a aplicarlo a otro ámbito: la
construcción de carreteras.</p>
<p>
   La financiación para construir todas las carreteras podría provenir de
peajes. Como consecuencia nos encontraríamos puntos de peaje en cada
esquina. Un sistema de este tipo generaría incentivos a la hora de mejorar
las carreteras. También tendría la virtud de obligar a los usuarios de una
determinada carretera a pagar por ella. Sin embargo, un punto de peaje es un
obstáculo artificial que dificulta la circulación fluida del tráfico;
artificial, porque no es una consecuencia derivada del modo en que funcionan
los automóviles o las carreteras.</p>
<p>
   Si comparamos la utilidad de las carreteras libres y de aquellas con peaje,
vemos que, siendo iguales en todo, la contrucción y la administración de
carreteras sin puntos de peaje resultan más económicas, además de ser más
seguras y más eficientes <a href="#f2">(2)</a>. En un país pobre, el peaje
podría impedir a muchos ciudadanos el acceso a las carreteras. De manera que
las carreteras sin peajes ofrecen mayores beneficios a la sociedad a un
costo menor; por lo tanto son mejores para la sociedad. Así, la sociedad
debería escoger otros medios para financiar las carreteras, no mediante
peajes. Una vez construidas, el uso de las carreteras debería ser gratuito.</p>
<p>
   Cuando los defensores de los peajes los presentan como una<em>simple</em>
forma de recaudación de fondos, distorsionan la opción que existe. Los
peajes incrementan los fondos públicos, pero hacen algo más: degradan, de
hecho, la carretera. La carretera con peaje no es tan buena como la
carretera libre; que se nos proporcionen más carreteras o carreteras
técnicamente superiores puede muy bien no ser una mejora si implica
sustituir las carreteras gratuitas por carreteras con peaje.</p>
<p>
   Por supuesto, la construcción de una carretera gratuita cuesta dinero, que
de alguna manera la gente debe pagar. Sin embargo, esto no implica la
inevitabilidad de los peajes. Nosotros, que en ambos casos pagamos,
obtendremos mayores beneficios de nuestro dinero si lo invertimos en una
carretera gratuita.</p>
<p>
   No quiero decir con esto que una carretera con peaje sea peor que la
ausencia de carreteras. Eso sería verdad si el peaje fuese tan alto que casi
nadie pudiera usarla, pero es improbale que un recaudador de impuestos
adopte una política de ese tipo. Sin embargo, en tanto que los peajes
suponen pérdidas de tiempo y molestias considerables, es mejor conseguir el
dinero de una manera menos obstruccionista.</p>
<p>
   Para aplicar este mismo argumento al desarrollo de software, mostraré ahora
que introducir «peajes» en el software útil le cuesta caro a la sociedad:
encarece la construcción de los programas, encarece su distribución, y su
uso resulta menos satisfactorio y menos eficiente. De lo que se deduce que
la construcción de programas debería promoverse de alguna otra manera. Más
adelante continuaré explicando otros métodos posibles para la promoción y,
en la medida en que sea realmente necesario, para la financiación del
desarrollo de software.</p>

<h4 id="harm-done">El perjuicio ocasionado por obstaculizar el software</h4>
<p>
   Consideremos por un momento que se ha desarrollado un programa y que se ha
efectuado todo pago necesario para su desarrollo; ahora la sociedad debe
decidir entre convertirlo en privativo o permitir que se use y se comparta
libremente. Supongamos que la existencia del programa y su disponibilidad
sean algo deseable.<a href="#f3">(3)</a></p>
<p>
   Las restricciones a la distribución y modificación del programa no pueden
facilitar su uso. Sólo pueden interferir. Así que el efecto solamente puede
ser negativo. ¿Pero en qué medida? ¿Y de qué tipo?</p>
<p>
   Existen tres niveles diferentes de daño material que provienen de estas
restricciones:</p>

<ul>
<li>Un menor número de personas usa el programa.</li>

<li>Ninguno de los usuarios puede adaptar o mejorar el programa.</li>

<li>Otros desarrolladores no pueden aprender del programa, ni basar en el mismo
un nuevo programa.</li>
</ul>

<p>
   Cada nivel de perjuicio material lleva asociado un perjuicio
psico-social. Me refiero al efecto que tienen las decisiones de las personas
sobre sus sentimientos, actitudes y predisposiciones posteriores. Estos
cambios en la manera de pensar de las personas afectarán la relación con sus
conciudadanos y pueden acarrear consecuencias concretas.</p>
<p>
   Los tres niveles de perjuicio material desperdician parte del valor que el
programa podría proporcionar, pero no lo anulan. Si desperdician casi todo
el valor del programa, entonces el hecho de escribir el programa perjudica a
la sociedad en la medida en que se dedicó un esfuerzo en escribir el
programa. Se podría decir que aquel programa que produce beneficios al
venderse debe proporcionar algún tipo de beneficio material directo.</p>
<p>
   Sin embargo, teniendo en cuenta el perjuicio psico-social asociado, no
existe límite alguno al perjuicio que puede ocasionar el desarrollo de
software privativo.</p>

<h4 id="obstructing-use">Obstaculizar el uso de programas</h4>
<p>
   El primer nivel de perjuicio impide el simple uso del programa. Una copia
del programa tiene un costo marginal casi nulo (y se puede pagar este costo
realizando la copia personalmente) de manera que en un mercado libre tendría
un precio casi nulo. El pago por una licencia es un factor de disuasión
significativo a la hora de usar el programa. Si un programa ampliamente útil
es privativo, menos personas lo usarán.</p>
<p>
   Es fácil mostrar que la contribución total que un programa proporciona a la
sociedad se reduce al asignársele un propietario. Todo usuario potencial del
programa, enfrentado al hecho de tener que pagar para usarlo, puede escoger
entre pagar o renunciar a usar el programa. Cuando un usuario escoge pagar,
la transferencia de riqueza entre las dos partes es igual a suma cero. Pero
cada vez que alguien elije no usar el programa, se provoca un perjuicio a
esa persona sin que nadie salga beneficiado. La suma entre números negativos
y ceros es siempre negativa.</p>
<p>
   Pero esto no reduce la cantidad de trabajo necesario para
<em>desarrollar</em> el programa. Como resultado, la eficiencia del entero
proceso, medida en términos de satisfacción del usuario final por hora de
trabajo, se reduce.</p>
<p>
   Esto refleja la diferencia crucial entre las copias de programas y los
automóviles, las sillas o los bocadillos. No existe una copiadora de objetos
materiales fuera de la ciencia ficción. Pero los programas son fáciles de
copiar, con muy poco esfuerzo cualquiera puede producir tantas copias como
desee. Esto no es así para los objetos materiales porque la materia se
conserva: cada copia nueva tiene que generarse con materia prima, de la
misma forma en que se construyó la primera copia.</p>
<p>
   Con objetos materiales, desalentar su uso tiene cierto sentido, porque un
menor número de objetos comprados implica menos materia prima y menos
trabajo para producirlos. Es cierto que generalmente existen costos
iniciales y de desarrollo que se extienden al proceso de producción. Pero
mientras el costo marginal de producción sea significativo, añadir una parte
del costo de desarrollo no produce una diferencia cualitativa. Y no requiere
la imposición de restricciones a la libertad de los usuarios normales.</p>
<p>
   Sin embargo, imponer un precio en algo que, de otra manera, podría ser
gratuito, es un cambio cualitativo. Un pago impuesto unilateralmente sobre
la distribución de software provoca una fuerte falta de incentivos.</p>
<p>
   Más aún, la producción centralizada tal y como se practica en nuestros días,
es ineficiente incluso en términos de distribución de copias de
software. Este sistema consiste en enviar discos o cintas magnéticas en
embalajes superfluos, mandar grandes cantidades a lo largo y a lo ancho del
mundo, y almacenarlos para la venta. Este coste se presenta como derivado de
hacer negocios; en realidad, es una parte del gasto inútil causado por el
hecho de tener dueños.</p>

<h4 id="damaging-social-cohesion">En perjuicio de la cohesión social</h4>
<p>
   Supongamos que tanto usted como su vecino consideran útil la ejecución de un
cierto programa. En un pacto ético con su vecino, seguramente se pondrían de
acuerdo en que una solución apropiada de la situación es que ambos usen el
programa. Una propuesta que permitiese usar el programa sólo a uno,
restringiendo al otro, es discriminatoria; a ninguno de los dos, les
parecerá aceptable.</p>
<p>
   Firmar una licencia típica de software implica traicionar a su vecino:
«Prometo privar a mi vecino de este programa para que yo pueda tener una
sola copia para mi». Las personas que toman estas decisiones sienten una
presión psicológica interna que les empuja a justificarlas degradando la
importancia de ayudar al prójimo de tal forma que el espíritu público
resulta perjudicado. Se trata de un daño psicosocial asociado con el daño
material provocado por la desincentivación del uso del programa.</p>
<p>
   Muchos usuarios admiten inconscientemente que resulta erróneo negarse a
compartir, así que deciden ignorar las licencias y las leyes, y comparten el
programa de todas formas. Sin embargo, a menudo se sienten culpables de
hacerlo. Saben que deben infringir las leyes para poder ser buenos vecinos,
pero siguen considerando que las leyes tienen autoridad y concluyen que ser
un buen vecino (que lo son) es algo malo de lo que hay que avergonzarse. Se
trata también de un tipo de daño psicosocial, pero se puede escapar de ello
concluyendo que estas licencias y estas leyes no tienen fuerza moral alguna.</p>
<p>
   Los programadores también sufren ese daño psicosocial cuando llegan a saber
que a muchos usuarios se les impedirá usar su obra. Esto conduce a una
actitud de cinismo o de autoengaño. Un programador puede describir de manera
entusiasta una obra que considera técnicamente interesante, y cuando se le
pregunta: «¿Se me permitirá usar el programa?», se vuelve cabizbajo y admite
que la respuesta es «no». Para evitar desalentarse, casi siempre ignora este
hecho, o bien adopta una postura cínica pensada para minimizar su
importancia.</p>
<p>
   Desde la era Reagan, la principal fuente de escasez de los Estados Unidos de
Norteamérica no es la de las innovaciones técnicas sino más bien la falta de
voluntad para trabajar juntos por el bien público. No tiene sentido alentar
lo primero a expensas de esto último.</p>

<h4 id="custom-adaptation">Obstaculizar la adaptación personalizada de programas</h4>
<p>
   El segundo nivel de perjuicio material es la imposibilidad de adaptar los
programas. La posibilidad de modificar el software es una de las grandes
ventajas en comparación con las antiguas tecnologías. Sin embargo, la mayor
parte del software disponible comercialmente no está disponible para ser
modificado, ni siquiera después de haberlo comprarlo. Se puede decidir
tomarlo o dejarlo, como una caja negra, solo eso.</p>
<p>
   El programa que se ejecuta consiste en una serie de números cuyo significado
permanece oscuro. Nadie, ni siquiera un buen programador, puede cambiar
fácilmente esos números para lograr que el programa haga algo diferente.</p>
<p>
   Los programadores trabajan normalmente con el «código fuente» del programa,
que está escrito en un lenguaje de programación como por ejemplo Fortran o
C. Mediante nombres se designan los datos que se están usando y las partes
del programa, y se representan las operaciones con símbolos tales como «+»
para la suma y «-» para la resta. El lenguaje está diseñado para ayudar a
los programadores a leer y modificar los programas. He aquí un ejemplo. un
programa que calcula la distancia entre dos puntos en un plano:</p>

<pre>
     float
     distance (p0, p1)
          struct point p0, p1;
     {
       float xdist = p1.x - p0.x;
       float ydist = p1.y - p0.y;
       return sqrt (xdist * xdist + ydist * ydist);
     }
</pre>
<p>
   El punto no es qué significa precisamente el código fuente, el punto es que
parece álgebra, y para una persona que conoce este lenguaje de programación
será claro y significativo. Por el contrario, este es el mismo programa
programa en formato ejecutable, en la computadora que usaba normalmente
cuando escribí esto:
</p>

<pre>
     1314258944      -232267772      -231844864      1634862
     1411907592      -231844736      2159150         1420296208
     -234880989      -234879837      -234879966      -232295424
     1644167167      -3214848        1090581031      1962942495
     572518958       -803143692      1314803317
</pre>

<p>
   El código fuente es útil (al menos potencialmente) para cualquier usuario de
un programa. Pero a la mayoría de los usuarios no se les permite tener
copias del código fuente. Generalmente el código fuente de un programa
privativo es guardado en secreto por el propietario, por miedo a que
cualquier otro pueda aprender algo. Los usuarios reciben solamente ficheros
de números incomprensibles que el ordenador se encargará de ejecutar. Esto
quiere decir que únicamente el propietario del programa lo puede modificar.</p>
<p>
   Una amiga me contó una vez que trabajó como programadora en un banco durante
seis meses, escribiendo un programa similar a otro que se podía obtener
comercialmente. Pensaba que si hubiese tenido acceso al código fuente de ese
programa comercial lo podría haber adaptado fácilmente a las necesidades del
banco. El banco estaba dispuesto a pagar por ello, pero no le estaba
permitido hacerlo pus el código fuente era secreto. De manera que tuvo que
dedicar seis meses de trabajo de desarrollo, un trabajo que aparece
contabilizado en el Producto Bruto Interno (PBI) pero que realmente fue un
desperdicio.</p>
<p>
   Hacia 1977, el Laboratorio de Inteligencia Artificial (AI lab) del <abbr
title="Instituto de Tecnología de Massachusetts ">MIT</abbr> recibió de
regalo una impresora gráfica de Xerox. Corría con software libre al que
añadimos bastantes mejoras útiles. Por ejemplo, el programa notificaba
inmediatamente al usuario cuando el trabajo de impresión había
terminado. Cuando la impresora tenía un problema, por ejemplo una
obstrucción o falta de papel, el software lo notificaba inmediatamente a
todos los usuarios que tuviesen trabajos pendientes. Estas mejoras
facilitaban el trabajo.</p>
<p>
   Más tarde Xerox donó al laboratorio de IA una impresora nueva, más rápida,
una de las primeras impresoras láser. Funcionaba con software privativo que
corría en un ordenador independiente dedicado en forma exclusiva, de manera
que no pudimos añadir ninguna de nuestras mejoras favoritas. Pudimos hacer
que enviase una notificación cuando se mandaba un trabajo de impresión al
ordenador dedicado a la impresora, pero no cuando el trabajo se había
terminado, y generalmente el retraso era considerable. No había forma de
saber cuándo la impresión había terminado, lo único que se podía hacer era
adivinarlo. Y nadie sabía nunca cuando se atascaba el papel, así que a
menudo la impresora se quedaba fuera de servicio por espacio de una hora.</p>
<p>
   Los programadores de sistemas del laboratorio de IA Lab estaban capacitados
para solucionar aquellos problemas, probablemente tan capacitados como los
autores originales del programa. Xerox no mostró interés en arreglar
aquellas fallas y nos lo impidió, de manera que nos vimos forzados a
aceptar. Nunca se arreglaron.</p>
<p>
   La mayoría de los buenos programadores han experimentado esta
frustración. El banco podía permitirse resolver un problema escribiendo un
programa nuevo partiendo de cero, pero un usuario corriente, no importa lo
capacitado que esté, no tiene más opción que rendirse.</p>
<p>
   Rendirse provoca un daño psicosocial, al espíritu de independencia. Es
desmoralizante vivir en una casa que no puedes arreglar para adecuarla a tus
necesidades. Lleva a la resignación y al retraimiento, que pueden extenderse
a otros ámbitos de la vida. La gente que padece de esta manera no se
encuentra a gusto y no realiza un buen trabajo.</p>
<p>
   Imagínese cómo sería si las recetas de cocina se acaparasen de la misma
manera que el software. Uno se podría preguntar: «¿Cómo cambio esta receta
para que no tenga sal?» y que el gran chef respondiese: «¿Cómo se atreve a
insultar mi receta, mi creación y mi paladar, manoseándola? ¡No tiene usted
el juicio necesario para cambiar mi receta y hacer que salga bien!»</p>
<p>
   «¡Pero mi médico me ha prohibido tomar sal! ¿Qué puedo hacer? ¿Va a quitar
usted la sal por mí?»</p>
<p>
   «Me encantaría hacerlo, mis honorarios son de sólo 50.000 dólares» (como el
dueño posee el monopolio sobre los modificaciones, las tarifas suelen ser
elevadas). «De todas formas, ahora mismo no tengo tiempo. Estoy ocupado en
una comisión para diseñar una nueva receta de galleta marítima para la
Armada. Estaré contigo en unos dos años.»</p>

<h4 id="software-development">Obstaculizar el desarrollo de software</h4>
<p>
   El tercer nivel de daño material afecta al desarrollo de software. El
desarrollo de software normalmente era el resultado de un proceso evolutivo
en el que una persona tomaba un programa existente y modificaba algunas
partes para añadir una función nueva, y luego otra persona volvía aescribir
algunas partes para añadir otra función; en algunos casos, este proceso
transcurría durante un periodo de veinte años. Mientras tanto, algunas
partes de ese programa podían ser «canibalizadas» para comenzar el
desarrollo de otros programas.</p>
<p>
   La existencia de propietarios impide este tipo de evolución, hace necesario
empezar desde cero cuando se quiere desarrollar un programa. También impide
a los nuevos programadores estudiar los programas disponibles para aprender
técnicas útiles o incluso ver cómo están estructurados los programas de
mayor envergadura.</p>
<p>
   Los propietarios también obstruyen el aprendizaje. He conocido estudiantes
brillantes en informática que nunca han visto el código fuente de un
programa extenso. Pueden ser buenos escribiendo pequeños programas, pero no
pueden empezar a adquirir las diferentes habilidades necesarias para
escribir programas extensos si no pueden ver cómo lo han hecho otros.</p>
<p>
   En cualquier campo intelectual, uno puede alcanzar metas más elevadas
apoyándose en otros. Pero esto ya no se permite por lo general en el campo
del software: uno puede apoyarse solamente en otras personas <em>de la
propia empresa</em>.</p>
<p>
   El daño psicosocial asociado afecta el espíritu de cooperación científica,
que normalmente era tan intenso que los científicos seguían cooperando
incluso cuando sus países entraban en guerra. Con este espíritu, los
oceanógrafos japoneses que abandonaron su laboratorio en una isla del
Pacífico preservaron cuidadosamente su trabajo en el momento de la invasión
de los marines de los EEUU y dejaron una nota pidiendo que lo conservaran
bien.</p>
<p>
   El conflicto por la obtención de ganancias ha destruido lo que se salvó del
conflicto internacional. Hoy en día, científicos de numerosas disciplinas no
publican lo suficiente en sus trabajos como para permitir a otros repetir el
experimento. Publican solamente lo necesario para que los lectores puedan
maravillarse de lo mucho que los científicos saben hacer. Desde luego, esto
también es así en el campo de la informática, donde el código fuente de los
programas que se anuncian es generalmente secreto.</p>

<h4 id="does-not-matter-how">No importa cómo se restrinja el acto de compartir</h4>
<p>
   He discutido sobre los efectos de impedir la copia o la modificación de un
programa o de impedir que se utlice para usarlo como base para desarrolar
otro programa. No he especificado cómo se lleva a cabo esta obstrucción,
puesto que no afecta a la conclusión. Como quiera que se haga, mediante
protección anticopia, derechos de autor, licencias, encriptación, tarjetas
<abbr title="Read-only Memory">ROM</abbr>, o números de serie del hardware,
si se <em>logra</em> impedir el uso, el daño está hecho.</p>
<p>
   Los usuarios consideran algunos de estos métodos más desagradables que
otros. Creo que los métodos más odiosos son aquellos que cumplen su
objetivo.</p>

<h4 id="should-be-free">El software debe ser libre</h4>
<p>
   He argumentado que la propiedad de un programa, o sea el poder de restringir
las modificaciones o las copias, es obstructiva. Sus efectos negativos son
extensos e importantes. La conclusión es que en la sociedad no deberían
existir propietarios de programas.</p>
<p>
   Otra manera de comprender esto es reconocer que la sociedad necesita que el
software sea libre y que el software privativo es un mal sustituto. Promover
el sustituto no es una manera lógica de conseguir lo que necesitamos.</p>
<p>
   Vaclav Havel nos aconsejó: «Trabaja por algo porque es bueno, no simplemente
porque tiene probabilidades de éxito» Una empresa que produce software
privativo tiene probabilidades de éxito en sus propios y estrechos términos,
pero no es lo que beneficia a la sociedad.</p>

<h3 id="why-develop">Por qué la gente desarrollará software</h3>
<p>
   Si eliminamos los derechos de autor como forma de animar a la gente a
desarrollar software, al principio se desarrollará una menor cantidad de
software, pero ese software será más útil. No está claro si la satisfacción
total del usuario será inferior; pero si así fuera, o si quisiéramos
aumentarla, existen otras maneras de promover el desarrollo, exactamente
igual que hay formas alternativas a los peajes para conseguir dinero con el
fin de pagar las carreteras. Antes de hablar acerca de cómo lograrlo,
quisiera abordar la cuestión del grado de promoción artificial
verdaderamente necesario.</p>

<h4 id="fun">Programar es divertido</h4>
<p>
   Existen algunos tipos de trabajo que poca gente haría si no fuera por el
dinero; la construcción de carreteras, por ejemplo. Hay otros campos de la
ciencia y del arte en los que existe escasa probabilidad de enriquecerse, en
los que las personas se involucran por fascinación o por que perciben que
son socialmente valiosos. Algunos ejemplos son la lógica matemática, la
música clásica y la arqueología, como así también la organización política
entre los trabajadores. La gente compite, más triste que amargamente, por
las pocas vacantes remuneradas disponibles, ninguna de las cuales está muy
bien financiada. Incluso hasta pueden pagar por la oportunidad de trabajar
en ese campo, si pueden permitírselo.</p>
<p>
   Un campo así puede transformarse de la noche a la mañana si empieza a
ofrecer posibilidades de enriquecimiento. Cuando un trabajador prospera,
otros demandan las mismas oportunidades. Pronto todos pedirán grandes sumas
de dinero por aquello que antes hacían por placer. En un par de años, todo
el mundo relacionado con ese campo se burlará de la idea de que ese trabajo
se realice sin obtener a cambio grandes sumas de dinero. Aconsejarán a los
planificadores sociales que se aseguren de que estos retornos de capital
sean posibles, creando privilegios especiales, poderes y monopolios,
alegando que son necesarios.</p>
<p>
   Esta transformación sucedió en el campo de la programación de ordenadores
durante los años setenta. En la década del 70 uno podía encontrarse con
artículos sobre la «adicción a las computadoras»: los usuarios estaban
«conectados» y llevaban indumentos de cien dólares por semana. Se llegó a un
punto en que la gente amaba tanto la programación como para acabar con sus
matrimonios. Hoy en día, lo que se dice es que nadie programa sin recibir
una excelente remuneración. La gente ha olvidado lo que se sabía en ese
entonces.</p>
<p>
   Llegado el momento en el que quienes trabajan en un campo determinado lo
hacen solamente por las altas sumas de dinero que se pagan, esto no debe
llevar a la conclusión de que será siempre así. La dinámica del cambio puede
invertir la dirección si la sociedad proporciona el empuje inicial. Si
anulamos la posibilidad de enriquecerse enormemente, entonces, después de un
tiempo, cuando la gente haya reajustado sus actitudes, se volverá una vez
más a trabajar en ese campo por el placer de hacerlo.</p>
<p>
   La respuesta a la pregunta «¿cómo podemos pagar a los programadores?»
resulta más fácil cuando nos damos cuenta de que no es una cuestión de
pagarles una fortuna. Se trata de conseguir los fondos necesarios como para
poder ganarse la vida.</p>

<h4 id="funding">Financiación del software libre</h4>
<p>
   Las instituciones que pagan a los programadores no tienen que ser
necesariamente empresas de software. Existen ya muchas otras instituciones
que pueden hacerlo.</p>
<p>
   Los fabricantes de hardware saben que es esencial colaborar en el desarrollo
de software, incluso cuando no puedan controlar su uso. En 1970 la mayoría
del software era libre porque no se había considerado la posibilidad de
restringirlo. Hoy en día, la creciente voluntad de los fabricantes de unirse
en consorcios refleja su comprensión de que la propiedad del software no es
lo que realmente les importa.</p>
<p>
   Las universidades dirigen muchos proyectos de programación. Hoy en día, a
menudo venden los resultados, pero en los años setenta no lo hacían. ¿Cabe
alguna duda de que las universidades desarrollarían software libre si no se
les permitiera vender el software? Estos proyectos podrían estar respaldados
por los mismos contratos y subvenciones gubernamentales que ahora respaldan
el desarrollo de software privativo.</p>
<p>
   Hoy en día lo normal es que los investigadores universitarios obtengan
subvenciones para desarrollar un sistema casi hasta el punto de completarlo,
denominando a eso un producto «acabado», y luego son las empresas las que
realmente lo terminen y lo conviertan en algo útil. A veces declaran «libre»
esa versión sin acabar, pero si son profundamente corruptos, lo que hacen es
conseguir que la universidad les otorgue una licencia de exclusividad. Esto
no es un secreto, es abiertamente admitido por todos los involucrados. Sin
embargo, si los investigadores no se vieran tentados a hacer estas cosas,
seguirían investigando de todas formas.</p>
<p>
   Los programadores que escriben software libre pueden vivir de la venta de
servicios relacionados con el software. Yo he sido contratado para adaptar
el <a href="/software/gcc/">Compilador GNU de C</a> a un hardware nuevo y
para construir extensiones de interfaces de usuario para <a
href="/software/emacs/">GNU Emacs</a>. Ofrezco esas mejoras al público una
vez acabadas. También doy clases por las que me pagan.</p>
<p>
   No soy el único que trabaja de esta manera. Existe una corporación que está
creciendo de forma exitosa y se dedica exclusivamente a este tipo de
trabajo. Otras empresas proporcionan soporte comercial para el software
libre del sistema GNU. Este es el comienzo de una industria independiente de
soporte de software, una industria que podría crecer bastante si el software
libre se llega a imponer. Proporciona a los usuarios una opción generalmente
no disponible para el software privativo, excepto para los ricos.</p>
<p>
   Nuevas instituciones como la <a href="/fsf/fsf.html">Free Software
Foundation</a> pueden también subvencionar a los programadores. La mayoría
de los fondos de la Fundación provienen de los usuarios que compran cintas
magnéticas por correo. Las cintas contienen software que es libre, lo que
quiere decir que cualquier usuario tiene la libertad de copiarlo y
modificarlo, pero aún así muchos pagan por las copias. Recuérdese que
«software libre» se refiere a la libertad, no al precio. Algunos usuarios
encargan cintas magnéticas de programas que ya tienen como una forma de
contribución que estiman que merecemos. La Fundación también recibe
importantes donaciones de fabricantes de computadoras.</p>
<p>
   La Free Software Foundation es una asociación sin fines de lucro y sus
ingresos se invierten en contratar a tantos programadores como se pueda. Si
se hubiese planteado como una empresa para distribuir software libre al
público por el mismo precio, proporcionaría ahora un elevado nivel de
ingresos a su fundador.</p>
<p>
   Precisamente porque la Fundación no persigue fines de lucro, los
programadores trabajan por la mitad de lo que cobrarían en cualquier otro
lugar. Hacen esto porque estamos libres de burocracia y porque les agrada
saber que su trabajo no encontrará obstáculos al uso de sus obras. Y lo que
es más importante, lo hacen porque programar es divertido. Además, los
voluntarios han escrito muchos programas útiles para nosotros. Incluso han
empezado a colaborar escritores técnicos.</p>
<p>
   Esto confirma que la programación se encuentra entre los campos más
fascinantes, junto con la música y el arte. No debemos temer que no haya
nadie que quiera programar.</p>

<h4 id="owe">¿Qué deben los usuarios a los desarrolladores?</h4>
<p>
   Los usuarios de software tienen una buena razón para sentirse moralmente
obligados a contribuir a su soporte. Los desarrolladores de software libre
contribuyen a las actividades de los usuarios, y a largo plazo es justo, a
la vez que beneficioso para los usuarios, proporcionar fondos para que esto
continúe.</p>
<p>
   Sin embargo, esto no se aplica a los desarrolladores de software privativo,
ya que el obstruccionismo merece un castigo más que una recompensa.</p>
<p>
   De manera que tenemos una paradoja: el desarrollador de software útil tiene
el derecho de recibir el apoyo de los usuarios, pero cualquier intento que
convierta esta obligación moral en un requisito destruye la base de la
obligación. Un desarrollador puede merecer una recompensa o pedirla, pero no
las dos cosas a la vez.</p>
<p>
   Creo que un desarrollador con perspectiva ética, enfrentado con esta
paradoja, debe actuar de modo que merezca la recompensa, pero debería
asimismo animar a los usuarios a que realicen donaciones voluntarias. Con el
tiempo los usuarios aprenderán a ayudar a los desarrolladores sin coacción,
como han aprendido a ayudar a las emisoras de radio o a las cadenas de
televisión públicas.</p>

<h3 id="productivity">Qué es la productividad de software </h3>
<p>
   Si el software fuese libre seguiría habiendo programadores, pero quizá
menos. ¿Sería esto perjudicial para la sociedad?</p>
<p>
   No necesariamente. Hoy en día las naciones desarrolladas tienen menos
granjeros que en el 1900, pero no creemos que esto sea malo para la sociedad
porque esos pocos agricultores distribuyen a los consumidores más alimentos
que los que antes proporcionaban muchos agricultores. Llamamos a esto mejora
de la productividad. El software libre requeriría bastantes menos
programadores para satisfacer la demanda, debido al incremento en la
productividad de software en todos los niveles:</p>

<ul>
<li> El uso más extendido de cada programa que se desarrolla.</li>
<li> La posibilidad de adaptar programas existentes a configuraciones especiales
en lugar de tener que desarrollar los programas desde cero.</li>
<li> Mejor educación de los programadores.</li>
<li> La eliminación de la duplicación de esfuerzos en el desarrollo.</li>
</ul>

<p>
   Aquellos que se oponen a la cooperación, quejándose de que podría producir
una reducción en el empleo de los programadores, están, en realidad,
oponiéndose al aumento de la productividad. Pero estas personas generalmente
aceptan la creencia universal de que la industria del software necesita un
incremento de productividad. ¿Cómo se explica esto?</p>
<p>
   La «productividad de software» puede significar dos cosas diferentes: la
productividad general de todo el desarrollo de software o la productividad
de proyectos individuales. La productividad general es lo que a la sociedad
le gustaría mejorar y la forma más directa de lograrlo es eliminar los
obstáculos artificiales que reducen la cooperación. Pero los investigadores
que estudian el campo de la «productividad de software» se enfocan solamente
en el segundo y más limitado sentido del término, en donde la mejora precisa
de complejos avances tecnológicos.</p>

<h3 id="competition">¿Es inevitable la competencia?</h3>
<p>
   ¿Es inevitable que la gente trate de competir y superar a sus rivales en la
sociedad? Puede que así sea. Pero la competencia en sí misma no es dañina;
lo dañino es <em>combatir</em>.</p>
<p>
   Existen muchas formas de competir. La competencia puede consistir en tratar
de conseguir siempre más, en mejorar lo que otros han hecho. Por ejemplo, en
el pasado, existía competencia entre los magos de la programación, que
consistía en saber quién era capaz de hacer las cosas más fascinantes en la
computadoras o quién era capaz de escribir el programa más corto o más
rápido para una determinada tarea. Este tipo de competencia puede ser
beneficiosa para todos, <em>siempre y cuando</em> se mantenga el espíritu de
deportividad.</p>
<p>
   Una competencia constructiva es suficiente para motivar a la gente a
realizar grandes esfuerzos. Hay un gran numero de personas que compiten por
ver quién es el primero en visitar todos los países de la Tierra; algunos
llegan a gastar una fortuna intentándolo. Pero no sobornan a los capitanes
de barcos para que dejen desamparados a sus rivales en islas desiertas. No
tienen ningún problema en dejar que gane al mejor.</p>
<p>
   La competencia se convierte en combate cuando los competidores intentan
obstaculizarse los unos a los otros en lugar de avanzar por sí mismos,
cuando «que gane el mejor» se convierte en «déjame ganar, aunque no sea el
mejor». El software privativo es perjudicial, no porque sea una forma de
competición, sino porque es una forma de combate entre los ciudadanos de
nuestra sociedad.</p>
<p>
   La competición en los negocios no es necesariamente un combate. Por ejemplo,
cuando dos supermercados compiten, todo su esfuerzo se emplea en mejorar sus
actividades, no en sabotear al rival. Pero esto no demuestra un especial
compromiso con una ética empresarial; más bien, existe poco margen de en
esta rama de los negocios para la violencia física. No todas las áreas de
negocio comparten esta característica. No revelar información que podría
ayudar el progreso de todos es una forma de combate.</p>
<p>
   La ideología empresarial no prepara a las personas para resistir a la
tentación de combatir a la competencia. Algunas formas de combate han sido
prohibidas con leyes antimonopolio, leyes sobre publicidad honesta y otras
más. Sin embargo, lejos de generalizar estas medidas repudiando el combate
en general por cuestión de principios, los ejecutivos inventan otras formas
de combate que no están específicamente prohibidas. Los recursos de la
sociedad se despilfarran en el equivalente económico de una guerra civil
entre distintas facciones.</p>

<h3 id="communism">«¿Por qué no nos vamos a Rusia?»</h3>
<p>
   En los Estados Unidos de Nortemérica, cualquier partidario de otra cosa que
no sea la forma más extrema de laissez-faire ha oído a menudo esta
acusación. Por ejemplo, es esgrimida contra los defensores de un sistema de
sanidad pública, como los que existen en todas las demás naciones
industrializadas del mundo libre. Es esgrimida contra los que desean
subvenciones al mundo de las artes, también universal en las naciones
avanzadas. La idea de que los ciudadanos tienen una obligación para con el
bien común se identifica en ese país con el comunismo. Pero, ¿cuán
semejantes son estas ideas?</p>
<p>
   El comunismo, tal y como se practicó en la ex Unión Soviética, era un
sistema de control central donde toda la actividad era dirigida
supuestamente por el bien común, pero en realidad era en beneficio de los
miembros del partido comunista. Y donde los equipos de copiado estaban
estrechamente vigilados para prevenir posibles copias ilegales.</p>
<p>
   En los Estados Unidos de Norteamérica, el sistema de derechos de autor sobre
el software ejerce un control central sobre la distribución de un programa y
custodia los equipos de copiado con sistemas automatizados de protección
anticopia para prevenir el copiado ilegal.</p>
<p>
   Por el contrario, yo trabajo para construir un sistema donde las personas
sean libres de decidir sus propias acciones; en particular, libres de ayudar
a sus vecinos y libres de alterar y mejorar las herramientas con las que
trabajan en su vida diaria. Un sistema basado en la cooperación voluntaria y
en la descentralización.</p>
<p>
   Así, si fuésemos a juzgar posturas por su parecido al comunismo ruso, son
los propietarios de software quienes son comunistas.</p>

<h3 id="premises">La cuestión de las premisas</h3>
<p>
   En este texto, parto del supuesto de que un usuario de software no es menos
importante que un autor, o incluso que el jefe del autor. En otras palabras,
sus intereses y necesidades tienen igual peso cuando se trata de elegir la
mejor opción.</p>
<p>
   Esta premisa no es aceptada universalmente. Muchos sostienen que la persona
que contrata al autor es fundamentalmente más importante que ningún
otro. Dicen, por ejemplo, que el propósito de que existan propietarios de
software es ceder al que contrata la ventaja que se merece,
independientemente de de cómo puede afectar esto al público.</p>
<p>
   No tiene sentido tratar de demostrar o refutar estas premisas. La prueba
necesita premisas compartidas. Así que la mayor parte de lo que digo está
destinado solo a aquellos que comparten mis premisas o que al menos están
interesados en cuáles son sus consecuencias. Para aquellos que crean que los
propietarios son más importantes que nadie, este documento es simplemente
irrelevante.</p>
<p>
   Pero, ¿por qué un gran número de estadounidenses acepta una premisa que da
más importancia a algunas personas sobre el resto de los demás? En parte
debido a la creencia de que esta premisa forma parte de las tradiciones
legales de la sociedad estadounidense. Algunas personas sienten que poner en
duda esta premisa implica cuestionar los fundamentos de la sociedad.</p>
<p>
   Es importante que esas personas sean concientes de que esta premisa no es
parte de nuestra tradición legal. Nunca lo fue.</p>
<p>
   Así, la Constitución dice que el propósito de los derechos de autor es
«promover el progreso de la ciencia y de las artes útiles». La Corte Suprema
ha discutido sobre esto, dictando en el caso <em>Fox Film contra Doyal</em>
que «el único interés del los Estados Unidos y el objetivo principal por el
que se otorga el monopolio [del copyright] descansa en los beneficios
generales obtenidos por el público gracias al trabajo de los autores».</p>
<p>
   No estamos obligados a estar de acuerdo con la Constitución o con la Corte
Suprema (en un momento dado, los dos perdonaron el esclavismo). De modo que
sus posiciones no rechazan la premisa de la supremacía del propietario. Pero
espero que esa premisa se desvanezca con una toma de conciencia sobre el
hecho de que es una posición adoptada por la derecha radical, no
tradicionalmente reconocida.</p>

<h3 id="conclusion">Conclusión</h3>
<p>
   Nos gusta pensar que nuestra sociedad promueve la solidaridad con el
prójimo, pero cada vez que recompensamos a alguien por su obstruccionismo o
admiramos a otro por haberse enriquecido por esa vía, transmitimos el
opuesto.</p>
<p>
   Especular con el software es una expresión de nuestra predisposición general
a la indiferencia con respecto al bienestar de la sociedad y a favor del
bienestar personal. Podemos observar esta indiferencia desde Ronald Reagan a
Dick Cheney, desde Exxon a Enron, desde bancos inadecuados a escuelas
inadecuadas. Podemos medirla por el número de personas sin hogar y aquellas
encarceladas. El espíritu antisocial se retroalimenta, porque cuanto más
comprobamos que la gente no nos ayudará, más inútil nos parece ayudarlos a
ellos. Y así la sociedad degenera en una jungla.</p>
<p>
   Si no queremos vivir en una jungla, debemos cambiar nuestras formas de
comportamiento. Debemos empezar transmitiendo el mensaje de que un buen
ciudadano es aquel que colabora cuando es apropiado, no aquel que logra
éxito expropiando a los demás. Espero que el movimiento por el software
libre pueda contribuir a esto: al menos en un área, reemplazaremos la jungla
por un sistema más eficiente que anime y se base en la cooperación
voluntaria.</p>


<h3 id="footnotes">Notas</h3>

<ol>
<li id="f1">La palabra «<em>free</em>» en «<em>free software</em>» se refiere a la
libertad, no al precio; el precio pagado por una copia del programa puede
ser cero, o muy bajo, o en muy raras ocasiones bastante
elevado. [<strong>n. de t.</strong>: en inglés la palabra «<em>free</em>»
significa tanto «libre» como «gratuito», per en español existen dos términos
distintos para cada concepto; por lo tanto «software libre» es la forma
correcta en español.]</li>

<li id="f2">Los problemas de la contaminación y la congestión del tráfico no modifican
esta conclusión. Si queremos desanimar el uso de automóviles en general,
haciendo que resulte más costoso, las cabinas de peaje son una mala idea ya
que contribuyen a la contaminación y la congestión. Un impuesto sobre el
combustible es mucho mejor. Del mismo modo, el deseo de mejorar la seguridad
mediante la limitación de la velocidad máxima no es relevante; una carretera
de acceso libre mejora la velocidad media evitando las paradas y sus
respectivos retrasos, para cualquier límite de velocidad dada.</li>

<li id="f3">Se podría considerar algún un programa en particular como algo perjudicial
que no debería estar siempre disponible, como sucedió con la base de datos
de información personal Lotus Marketplace, que se retiró del mercado debido
a la desaprobación pública. La mayor parte de lo que digo no es aplicable a
este caso, pero no tiene mucho sentido estar a favor de que el programa
tenga un propietario argumentando que el proprietario se encargará de que el
programa sea más difícil de obtener. El propietario no lo hará
<em>completamente</em> inaccesible, como sería de desear en el caso de un
programa cuyo uso se considere destructivo.</li>
</ol>

<hr />
<blockquote id="fsfs"><p class="big">Este ensayo está publicado en el libro <a
href="http://shop.fsf.org/product/free-software-free-society/"><cite>Software
libre para una sociedad libre: Selección de ensayos de Richard
M. Stallman</cite></a>.</p></blockquote>

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<strong>Traducción: Pablo Ruiz Múzquiz, 2000</strong>. Revisiones: Holman
Romero, Iván Martinez Cortés, Hugo Gayosso, Alejandro Luis Bonavita, Kostas
Kamaki.</div>

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Última actualización:

$Date: 2020/07/07 09:59:54 $

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