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<title>¿Ha dicho «propiedad intelectual»? Es solo un espejismo seductor - Proyecto
GNU - Free Software Foundation </title>

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<h2>¿Ha dicho «propiedad intelectual»? Es solo un espejismo seductor</h2>

<p>por <a href="http://www.stallman.org/">Richard M. Stallman</a></p>

<p>
Se ha puesto de moda meter en el mismo saco el copyright, las patentes y las
marcas (tres entidades independientes y diferentes que implican tres marcos
legales separados y diferentes) y, añadiendo una docena de leyes, llamarlo
todo «propiedad intelectual». Esta expresión confusa y engañosa no ha
surgido por casualidad. La han promovido empresas que se benefician de la
confusión que provoca. La mejor manera de aclarar esta confusión es
rechazando totalmente esta terminología.
</p>

<p>
Según el profesor Mark Lemley, quien enseña a la fecha en la Facultad de
Derecho de Stanford, el uso generalizado del término «propiedad intelectual»
es una moda que comenzó en 1967, cuando se fundó la Organización Mundial de
la «Propiedad Intelectual» (u OMPI, por sus siglas), y solo se ha vuelto
realmente común en los últimos años. (La OMPI es formalmente una
organización de la ONU, pero de hecho representa los intereses de los
titulares de copyright, patentes y marcas). Su uso extendido data de <a
href="https://books.google.com/ngrams/graph?content=intellectual+property&amp;year_start=1800&amp;year_end=2008&amp;corpus=15&amp;smoothing=1&amp;share=&amp;direct_url=t1%3B%2Cintellectual%20property%3B%2Cc0">alrededor
de 1990</a>. (<a href="/graphics/seductivemirage.png">copia local de la
imagen</a>).
</p>

<p>
Esta terminología conlleva un prejuicio malicioso que no es difícil de ver:
sugiere que pensemos en el copyright, las patentes y las marcas por analogía
con los derechos de propiedad sobre los objetos físicos (analogía que está
reñida con la filosofía de la ley del copyright, de las patentes y de las
marcas, pero solo los especialistas lo saben). De hecho, estas leyes
difieren bastante de la legislación sobre la propiedad de los objetos
físicos, pero el uso de esta expresión induce a los legisladores a
cambiarlas para que resulten más parecidas a esta última. Como este es el
cambio que quieren las compañías que controlan el copyright, las patentes y
las marcas, «propiedad intelectual» les viene muy bien.
</p>

<p>
Este prejuicio malintencionado es un motivo suficiente para rechazar la
expresión, y muchos me han pedido que proponga algún otro nombre para esta
categoría, o han propuesto sus propias alternativas (a menudo
irónicas). Tales sugerencias incluyen IMP (<cite>Imposed Monopoly
Privileges</cite>) y GOLEM (<cite>Government-Originated Legally Enforced
Monopolies</cite>) <a href="#footNote1" id="bodyNote1">[1]</a>. Algunos
hablan de «regímenes de derechos exclusivos» (<cite>exclusive rights
regimes</cite>), pero refiriéndose a las restricciones como «derechos»
también con un doble sentido.
</p>

<p>
Algunos de estos nombres alternativos serían una mejora, pero es un error
sustituir «propiedad intelectual» por cualquier otra expresión. Un nombre
diferente no solucionaría el problema principal de la expresión: la
generalización excesiva. No existe esa cosa unificada que se llama
«propiedad intelectual», es un espejismo. El único motivo por el que la
gente cree que tiene sentido como una categoría coherente es que el uso
generalizado de la expresión ha creado confusión con respecto a las leyes en
cuestión.
</p>

<p>
El término «propiedad intelectual» es a lo sumo un cajón de sastre donde se
meten leyes dispares. Los legos que oyen cómo se aplica una sola expresión a
estas leyes diferentes tienden a dar por sentado que están basadas en un
principio común, y que funcionan de manera similar.
</p>

<p>
Nada más lejos de la realidad. Estas leyes se originaron de forma separada,
se desarrollaron de diferente manera, regulan actividades diferentes, tienen
diferentes normas y suscitan diferentes cuestiones de política pública. 
</p>

<p>
Por ejemplo, la ley de copyright fue diseñada para promover la autoría y el
arte, y se aplica a los detalles de la expresión de una obra. La ley de
patentes iba dirigida a alentar la publicación de ideas útiles, al precio de
ceder un monopolio temporal sobre la idea a quien la publica, un precio que
puede merecer la pena pagar en unos campos y no en otros.
</p>

<p>
La ley sobre las marcas registradas, en cambio, no estaba destinada a
promover ninguna actividad en particular, su objetivo era simplemente hacer
que los compradores supieran qué estaban comprando. Sin embargo, los
legisladores, bajo la influencia de la «propiedad intelectual» la han
convertido en un esquema que proporciona incentivos para la
publicidad. Estas son solamente tres de las muchas leyes a las que se
refiere la expresión.
</p>

<p>
Dado que estas leyes evolucionaron de manera independiente, son muy
diferentes tanto en todos sus detalles como en sus métodos y objetivos
básicos. Así pues, si uno aprende algo sobre la ley de copyright, será
prudente suponer que es diferente de la ley de patentes. ¡Difícilmente se
equivocará!
</p>

<p>
En términos prácticos, casi todas las aserciones generales formuladas con la
expresión «propiedad intelectual» son falsas. Por ejemplo, nos encontramos
con reclamaciones que afirman que «su» finalidad es «promover la
innovación», pero esto solo se aplica a la ley de patentes y, quizás, a los
monopolios sobre las variedades de plantas. La ley de copyright no está
relacionada con la innovación: una canción popular o una novela tienen
copyright aun cuando en ellas no haya nada de innovador. La ley sobre las
marcas registradas no está relacionada con la innovación: si abro una tienda
de té y la llamo «Té rms», ese nombre es una sólida marca registrada aun si
vendo el mismo té y de la misma manera que cualquier otra tienda.  La ley
sobre el secreto comercial no está relacionada con la innovación, salvo de
manera marginal: la lista de clientes de mi tienda de té sería un secreto
comercial que no tiene nada que ver con la innovación.</p>

<p>
Nos encontramos también con afirmaciones de que la «propiedad intelectual»
está relacionada con la «creatividad», pero en realidad eso tiene que ver
únicamente con la ley de copyright. Para obtener una invención que se pueda
patentar se necesita algo más que la creatividad: el nombre «Té rms» no es
para nada creativo, como así tampoco lo es mi lista de clientes de la
tienda. </p>

<p>
La gente suele decir «propiedad intelectual» cuando en realidad se refiere a
un grupo mayor o menor de leyes. Por ejemplo, a menudo los países ricos
imponen leyes injustas a los países pobres para sacarles el dinero. Algunas
de estas se encuentran entre las leyes llamadas de «propiedad intelectual» y
otras no; sin embargo, los críticos de esta práctica a menudo se atienen a
esta etiqueta porque les resulta familiar. Usándola, tergiversan la
naturaleza del asunto. Sería mejor usar una expresión más precisa, como
«colonización legislativa», que apunta al meollo de la cuestión.
</p>

<p>
Los legos no son los únicos a quienes confunde esta expresión. Incluso
profesores de Derecho que enseñan estas leyes se embelesan y embrollan con
la encantadora expresión «propiedad intelectual», y hacen afirmaciones
generales que contradicen hechos que conocen. Por ejemplo, un profesor
escribió en 2006:
</p>

<blockquote><p>
A diferencia de sus descendientes, que ahora deambulan por los pasillos de
la OMPI, los padres de la Constitución de EE.&nbsp;UU. tenían hacia la
propiedad intelectual una actitud de principio en favor de la
competitividad. Sabían que los derechos podrían ser necesarios, pero... le
ataron las manos al Congreso, restringiendo su poder de muchas maneras.
</p></blockquote>

<p>
Esa cita se refiere al artículo 1, octava sección, cláusula 8 de la
Constitución de los EE.&nbsp;UU., que autoriza la ley de copyright y la ley
de patentes. La cláusula, sin embargo, no tiene nada que ver con la ley de
marcas registradas, la ley de secreto comercial, ni varias de las demás. La
expresión «propiedad intelectual» llevó a este profesor a hacer una falsa
generalización.
</p>

<p>
La expresión «propiedad intelectual» también conduce a un pensamiento
simplista. Hace que las personas se concentren en lo poco que estas leyes
dispares tienen en común con respecto a la forma &mdash;el hecho de que
crean privilegios artificiales para ciertos grupos&mdash; y que ignoren los
detalles que las componen: las restricciones específicas que cada ley impone
al público y las consecuencias que de ellas resultan. Centrarse de manera
tan simplista en la forma favorece un enfoque «economicista» de todas estas
cuestiones.
</p>

<p>
La economía funciona aquí, como muchas otras veces, como un vehículo para
supuestos no comprobados. Estos incluyen supuestos sobre valores, como que
la cantidad de producción es importante mientras que la libertad y el modo
de vida no lo son, y dar por sentado hechos que casi siempre son falsos,
como que el copyright en la música ayuda a los músicos o que las patentes
farmacéuticas ayudan a la investigación para salvar vidas.
</p>

<p>
Otro problema es que, en la amplia escala implícita en la expresión
«propiedad intelectual», las cuestiones específicas que plantean las
diversas leyes se vuelven casi invisibles. Estas cuestiones surgen de las
particularidades de cada ley, precisamente lo que la expresión «propiedad
intelectual» induce a la gente a ignorar. Por ejemplo, una cuestión
relacionada con la ley de copyright es si debe permitirse el intercambio
para compartir música, pero la ley de patentes no tiene nada que ver con
eso. La ley de patentes suscita cuestiones como si se debe permitir a los
países pobres producir medicinas para enfermedades mortales y venderlas a
bajo precio para salvar vidas, pero la ley de copyright no tiene nada que
ver con eso.
</p>

<p>
Ninguna de ellas es por naturaleza una cuestión únicamente económica, y sus
aspectos no económicos son muy diferentes. Si se analizan estas cuestiones
desde el punto de vista económico, superficial y excesivamente generalizado,
no podrán apreciarse las diferencias. Si incluimos ambas legislaciones en el
mismo saco con la etiqueta «propiedad intelectual», veremos que eso obstruye
nuestra capacidad para pensar claramente sobre cada una.
</p>

<p>
Así pues, cualquier opinión sobre «la cuestión de la propiedad intelectual»
y cualquier generalización sobre esta supuesta categoría son casi
seguramente absurdas. Si pensamos que todas estas leyes se refieren al mismo
asunto, tenderemos a escoger nuestras opiniones entre una selección de
amplias generalizaciones, ninguna de las cuales es correcta.
</p>

<p>
El rechazo de la «propiedad intelectual» no es un mero entretenimiento
filosófico. Esa expresión causa auténtico daño. Apple la ha utilizado para
<a
href="https://www.theguardian.com/us-news/2017/mar/11/nebraska-farmers-right-to-repair-bill-stalls-apple">distorsionar
el debate en torno a la ley de Nebraska sobre el «derecho a
reparar»</a>. Este falaz concepto le permitió a Apple ocultar su preferencia
por el secretismo, que entra en conflicto con los derechos de sus clientes,
como un supuesto principio al que los consumidores y el Estado deben
someterse.</p>

<p>
Si uno quiere pensar con claridad sobre las cuestiones suscitadas por las
patentes, el copyright, las marcas comerciales u otras leyes, el primer paso
es olvidar la idea de agruparlas y, por el contrario, tratarlas como asuntos
separados. El segundo paso es rechazar el punto de vista estrecho y el
panorama simplista que sugiere la expresión «propiedad
intelectual». Examinemos estas cuestiones separadamente, en su totalidad, y
tendremos la oportunidad de considerarlas correctamente.
</p>

<p>Y en lo que se refiere a la reforma de la OMPI, existe <a
href="http://fsfe.org/projects/wipo/wiwo.es.html">una propuesta para cambiar
su nombre y sus fundamentos</a>.
</p>

<hr />

<p>
Véase también  <a href="/philosophy/komongistan.html">The Curious History of
Komongistan (Busting the term &ldquo;intellectual property&rdquo;)</a>.
</p>

<p>
La similitud entre los países del continente africano es mucho mayor que la
similitud entre estas leyes, y «África» es un concepto geográfico
coherente. No obstante, <a
href="http://www.theguardian.com/world/2014/jan/24/africa-clinton">hablar de
«África» en vez de un país específico da lugar a mucha confusión</a>.
</p>

<p>
<a
href="http://torrentfreak.com/language-matters-framing-the-copyright-monopoly-so-we-can-keep-our-liberties-130714/">
Rickard Falkvinge apoya el rechazo de esta expresión</a>.</p>

<p><a
href="http://www.locusmag.com/Perspectives/2016/11/cory-doctorow-sole-and-despotic-dominion/">
Cory Doctorow también rechaza</a> el término «propiedad intelectual».</p>

<div class="translators-notes">

<!--TRANSLATORS: Use space (SPC) as msgstr if you don't have notes.-->
<a href="#bodyNote1" id="footNote1" title="Volver al párrafo">[1]</a> N. del
T.: «imp» significa en inglés «diablillo» y un «golem» es un ser mitológico
hebreo.</div>
</div>

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