La trampa del sistema de ventanas X

por Richard M. Stallman

¿Licenciar bajo copyleft o no? Esta es una de las grandes controversias en la comunidad del software libre. La idea del copyleft es que debemos combatir el fuego con el fuego, que debemos utilizar el copyright para asegurarnos de que nuestro código siga siendo libre. La Licencia General Pública de GNU (GPL de GNU) es un ejemplo de licencia copyleft.

Algunos programadores de software libre prefieren la distribución sin copyleft. Las licencias sin copyleft, como las licencias XFree86 y BSD, están basadas en la idea de no decir nunca que no a nadie, ni siquiera a quien pretende utilizar nuestro trabajo para poner limitaciones a otras personas. El licenciamiento sin copyleft no hace nada malo, pero deja escapar la oportunidad de proteger activamente nuestra libertad de modificar y redistribuir software. Para eso, necesitamos el copyleft.

Durante muchos años, el X Consortium (Consorcio de X) fue el principal detractor del copyleft. Utilizó la persuasión moral y la presión para disuadir a los desarrolladores de software libre de distribuir sus programas bajo copyleft: utilizó la presión moral sugiriendo que no es bueno decir no, y ejerció presión mediante la regla que impedía la inclusión de software bajo copyleft en la distribución de X.

¿Por qué adoptó el X Consortium esta política? Esto tenía que ver con su idea del éxito. Concebían el éxito como popularidad; concretamente, pensaban que el éxito consistía en lograr que las empresas informáticas utilizaran el sistema de ventanas X. Está concepción puso a las empresas al mando. Quisieran lo que quisieran, el X Consortium tenía que ayudarles a obtenerlo.

Normalmente, las compañías informáticas distribuyen software privativo. Estas compañías querían que los desarrolladores de software libre donaran su trabajo para tal fin. Si hubiesen pedido esto directamente, la gente se habría reído. Pero el X Consortium, actuando en su nombre, podía presentar esta solicitud como si fuera desinteresada. Decían «Únanse a nosotros para donar nuestro trabajo a los desarrolladores de software privativo», dando a entender que se trataba de una labor noble y abnegada. Decían, «Únanse a nosotros para lograr popularidad», dando a entender que ni siquiera suponía un sacrificio.

Pero no es una cuestión de sacrificio personal: prescindir de la defensa que proporciona el copyleft, que protege la libertad de toda la comunidad, supone un sacrificio mayor que el personal. Quienes accedieron a la solicitud del X Consortium confiaron el futuro de la comunidad a la buena voluntad del X Consortium.

Depositaron así la confianza en el lugar equivocado. En su último año, el X Consortium planeó publicar la siguiente versión de X (X11R6.4) de manera restrictiva, de modo que no fuera software libre. Decidieron empezar a decir no, no solo a los desarrolladores de software privativo, sino también a nuestra comunidad.

Resulta irónico que al acceder a la petición del X Consortium de no utilizar el copyleft, se estaba dejando al X Consortium en disposición de hacer su propia versión del programa y aplicarle una licencia restrictiva, conjuntamente con el resto del código de X.

Finalmente, el X Consortium no llevó a cabo este plan. En vez de eso, puso fin al desarrollo de X y lo transfirió al Open Group, cuyo equipo está ahora llevando a cabo un plan similar. Para hacerles justicia, cuando les pedí liberar X11R6.4 bajo la GPL de GNU en paralelo con su prevista licencia restrictiva, estuvieron dispuestos a considerar la idea (se oponían firmemente a mantener los antiguos términos de distribución de X11). Pero antes de que aceptaran o rechazaran la propuesta, esta ya había fracasado por otra razón: el grupo XFree86 seguía la antigua política del X Consortium, y no iba a aceptar software bajo copyleft.

En Septiembre de 1998, varios meses después de que X11R6.4 se publicara bajo condiciones de distribución que no eran libres, el Open Group cambió su decisión y lo volvió a publicar bajo la misma licencia que se había utilizado para X11R6.3. De ese modo, al final el Open Group hizo lo correcto, pero esto no altera la cuestión de fondo.

Aun cuando el X Consortium y el Open Group nunca hubieran planeado restringir X, algún otro podría haberlo hecho. El software sin copyleft es vulnerable por todos lados; permite que cualquiera, si invierte suficientes recursos para agregar características de importancia significativa, haga una versión no libre que se convierta en dominante. A los usuarios que eligen el software basándose en sus características técnicas, en lugar de en su libertad, se les puede seducir fácilmente con la versión que no es libre debido a su conveniencia a corto plazo.

El Open Group y el X Consortium ya no pueden emplear la persuasión moral diciendo que está mal decir no. Esto facilitará que la gente decida utilizar el copyleft en su software relacionado con X.

Cuando se trabaja en el núcleo de X, en programas como el servidor X, Xlib y Xt, existe una razón práctica para no utilizar el copyleft. El grupo X.org hace un importante trabajo para la comunidad al mantener estos programas, y el beneficio de licenciar nuestros cambios bajo copyleft sería menor que el daño que ocasionaría la división en su desarrollo. De modo que es mejor trabajar con ellos y no licenciar con copyleft nuestros cambios a estos programas. También en el caso de utilidades como xset y xrdb, que están estrechamente relacionadas con el núcleo de X y no precisan mejoras de importancia. Por lo menos sabemos que el grupo XFree86 está firmemente comprometido a desarrollar estos programas como software libre.

La situación es distinta en el caso de los programas que no pertenecen al núcleo de X: aplicaciones, administradores de ventanas y bibliotecas y widgets adicionales. No hay razón para no licenciarlas con copyleft, y así deberíamos hacerlo.

En caso de que a alguien le resulten excesivos los criterios de inclusión en las distribuciones de X, el proyecto GNU se encargará de publicitar los paquetes copyleft que funcionen con X. Si usted quiere licenciar algo con copyleft y le preocupa que al quedar excluido de la distribución de X no alcance popularidad, pídanos ayuda.

Al mismo tiempo, es preferible no preocuparse demasiado por la popularidad. Si un empresario lo tienta con «más popularidad», tratará de convencerlo de que para que el programa tenga éxito es crucial que él lo utilice. ¡No le crea! Si su programa es bueno, tendrá muchos usuarios de cualquier manera; no tiene por qué correr desesperadamente para conseguir tal o cual usuario, y será más fuerte si no lo hace. Responder, «Tómelo o déjelo, eso no va a quitarme el sueño», le proporcionará una enorme sensación de alegría y libertad. A menudo, una vez usted le haya desafiado, el empresario reculará y aceptará el programa con copyleft.

Compañeros desarrolladores de software libre, no cometan otra vez viejos errores. Si no licenciamos nuestro software con copyleft, ponemos su futuro a merced de cualquiera con más recursos que escrúpulos. Con el copyleft podemos defender la libertad no solo para nosotros, sino para toda la comunidad.